La Posmodernidad y su influencia en la Iglesia
3 mayo, 2021

La iglesia está inmersa en un contexto social y cultural, que a su vez está asociado con la época en la que vive. Es imperativo que la iglesia se relacione dinámicamente con el mundo de hoy, para así poder cumplir su misión con éxito.

¿Qué es la posmodernidad? La posmodernidad surgió a finales del siglo XX, y se asocia con el desencanto y la apatía, el individualismo, y el desinterés por los demás. Importa más cómo se transmite un mensaje y qué efectos provoca que el mensaje en sí mismo. La religión y lo espiritual pierden importancia ante la sobre valorización del cuerpo como fuente de libertad y placer.

Como la Iglesia está inmersa en la sociedad, la posmodernidad y su filosofía la afecta directamente, y sus líderes no pueden ignorar esta realidad.

Es evidente que en estos tiempos están surgiendo nuevas maneras de ser y hacer iglesia, por cierto muy diferente a como solía ser en la modernidad, pero que es acorde y relevante con el contexto de hoy. Podemos estar de acuerdo o no, pero este cambio ya es una realidad.

Está claro que la Biblia debe ser entendida e interpretada de acuerdo con el contexto en el que fue escrita, pero tiene que ser vivida y aplicada en un contexto particular, de lo contrario pierde sentido y razón de ser. El propósito de la Iglesia está íntimamente relacionado con el contexto que la rodea. Es ahí donde su vida y misión toma relevancia y pertinencia.

La iglesia debe hacer una distinción clara entre lo esencial y lo circunstancial; entre lo eterno y lo temporal. Lo esencial y eterno no debe cambiar ni un ápice, ya que la iglesia deber ser sabia en conservar su identidad, principios y valores; sin embargo lo segundo debe adaptarse al contexto en que se vive.

¿Qué cosas en la iglesia son circunstanciales y temporales? Allí podríamos incluir la liturgia, los métodos, el vocabulario, la música, y las formas a través de las cuales la iglesia expresa su fe a la sociedad. Eso puede y debe cambiar según la época y lugar en que se encuentre.

El hombre postmoderno percibe y vive la religión como una elaboración personal, individualizándola y haciéndola girar a su alrededor, en vez de él ajustarse a la religión. Así, cada persona puede construir como bien le parezca su propia religión, sin tener que adoptar un estilo de vida determinado. Éste es uno de los aspectos de la postmodernidad que aleja al hombre de su Creador, haciéndole creer que está cerca.

La sociedad está en constante cambio. Cada generación tiene sus propios valores y sus propias maneras de percibir el mundo que le rodea, su propia concepción de Dios. Por eso la manera de ser y hacer iglesia también debe cambiar.

Es impostergable hacer los ajustes necesarios a las formas y métodos que sin duda han servido en un tiempo, pero que hoy son obsoletos. Toca ahora a las iglesias evangélicas, hacer una reflexión propia para llegar a ser una iglesia relevante, que, sin perder las bases bíblicas, sí pueda ser representativa a la parte del mundo que le toca afectar con la verdad del Evangelio.

Muchas iglesias continúan practicando la misma liturgia de hace décadas atrás, como si ésta fuera bíblica, la única manera de hacerlo, o al menos de origen latino; alejándose así del contexto que les rodea.

La manera en que se vive y expresa la espiritualidad no debería depender de ciertas formas, métodos o liturgias, ya que éstas no tienen nada de eterno, sino que son temporales y deben adecuarse al contexto y cultura en la que está inmersa la iglesia. Justamente uno de los aspectos maravillosos del Evangelio es que es atemporal y acultural, por lo que puede aplicarse a cualquier persona, en cualquier cultura y en cualquier época.

La posmodernidad ha llegado para quedarse por mucho tiempo. Ignorarla sería el principio de nuestro fin. A la vez, visualizarla como “amiga” del cristianismo, no sólo es peligroso, sino es un error que nos puede costar muy caro.

Necesitamos ser sabios y sensibles a la voz de Dios para continuar siendo pertinentes como iglesia a la sociedad de hoy.


Por Billy Saint

Extraído del libro: «Mentoreo de Pastores Jóvenes«

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