
Durante la primavera en la vida cristiana volvemos a florecer: nuestras energías se renuevan, recuperamos el entusiasmo y las ganas de estar con Dios y servirle.
De repente somos impulsados a buscar a Dios, ya no por mera disciplina, sino sólo para pasar tiempo de calidad con él. Nuestros momentos de oración se pasan volando, y volvemos a sentir la presencia del Señor al adorar, y, sin razón alguna, se desprenden lágrimas de gratitud al ser ministrados por la Palabra. No hicimos nada, simplemente una temporada terminó y otra comenzó. ¡Gloria a Dios!
Cantares 2:11-12 dice “el invierno se acabó… Las flores están brotando; ha llegado la temporada de los pájaros cantores, y el arrullo de las tórtolas llena el aire.” Sentimos la calidez de la presencia de Dios, y el fuego del Espíritu Santo encendiendo nuestro corazón como antes. Ya no es sólo fe: Estamos enamorados de Dios, ¡y por fin todo fluye otra vez! Isaías dice “Hasta los páramos y el desierto se regocijarán en aquellos días. Incluso, el desierto florecerá. Sí, habrá abundancia de flores, cánticos y júbilo.” (35:1-2) El salmo 92:12-13 afirma: “Los justos florecerán como las palmeras; crecerán como los cedros del Líbano. Serán plantados en la casa del Señor, y florecerán en los atrios de nuestro Dios.”

Ahora, aunque todo es hermoso durante esta temporada, al igual que las otras, hay enemigos y peligros a evitar. Entre ellos, la pereza, la duda, la indecisión, la procrastinación, y la utopía de esperar recompensa inmediata al esfuerzo.
La primavera no es momento para analizar o dudar. ¡Es el momento para arriesgarnos en fe y actuar! Para emprender los proyectos que el Señor ha puesto en nuestro corazón, aprovechando ese nuevo entusiasmo para hacer las buenas cosas que el Espíritu Santo nos impulsa a hacer. ¡Aprovecha bien tu primavera!
Si quieres cosechar cosas buenas en tu próximo otoño, más vale que siembres bien en tu actual primavera. Actuar en fe siempre supone riesgos, pero también promete recompensas. Salmos 126:6 dice: “Plantarán llorando sus semillas, y regresarán cantando, trayendo su cosecha.” Si hoy te encuentras en la primavera de tu vida cristiana, te animo a disfrutarla a pleno, y también a aprovecharla al máximo, ya que, al igual que las otras temporadas, ésta también llegará a su fin.
Extraído del libro 101 Meditaciones bíblicas de la vida cotidiana
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