Durante más de 20 años servimos, junto a mi esposa, como líderes juveniles en la misma congregación, desarrollando nuestro liderazgo con un corazón pastoral.
En los últimos años, hemos tenido el privilegio de ministrar a líderes juveniles en muchas provincias de Argentina, y en todo este tiempo hemos conocido a cientos de líderes juveniles con el mismo corazón pastoral que nosotros, con muchos años de ministerio y un testimonio de fidelidad y santidad.
Lo que me llama poderosamente la atención es que pasan los años, a veces décadas, y esos mismos líderes de jóvenes siguen desarrollando su tarea pastoral limitada sólo al grupo juvenil de la iglesia local, cuando podrían haber sido enviados para abrir nuevas iglesias y pastorearlas.
Al mismo tiempo, muchos pastores de iglesias locales están limitados en su tarea pastoral debido a su edad avanzada, lo cual les resta fuerzas y suma problemas de salud.
Los últimos censos realizados en Argentina han mostrado que la mayor parte de la sociedad (y la iglesia) tiene una edad promedio de 30 a 45 años. Mientras tanto, la edad promedio de los pastores es de aproximadamente 60 años. Esta brecha generacional aleja emocional y psicológicamente a los pastores de de las personas de su congregación, lo cual les impide conocerlas, comprenderlas, y por ende amarlas y pastorearlas eficazmente.
La Iglesia del Señor necesita con urgencia pastores jóvenes, que puedan pastorear a su propia generación desde su perspectiva, con sus propios métodos y en su propio «idioma».
No podemos pastorear a personas que no comprendemos ni amamos.
Creo que el liderazgo juvenil es en sí una tarea pastoral, y a la vez un gran entrenamiento para el pastorado de la iglesia local, ya que involucra perseverancia, compromiso, amor a las personas, consejería, disciplina, enseñanza y predicación de la Palabra cada semana, acompañamiento personal, trabajo con toda la familia, evangelismo, administración de dinero, preparación de obreros y líderes, discipulado personal, etc.
Es tarea de cada generación de pastores formar a la siguiente. Si no lo hace, no habrá pastores aptos para ministrar a la próxima generación de la iglesia, la iglesia del Señor será perjudicada, y miles de almas se perderán.
A la vez, es necesario que los ministros jóvenes procuren ser mentoreados por sus pastores, siendo enseñables, con un actitud de humildad y honrándolos por lo que son y lo que han hecho a favor del Reino.
“Generación a generación celebrará tus obras, Y anunciará tus poderosos hechos.”
Salmos 145:4
Vemos aquí claramente cómo Dios cuenta con cada generación para anunciar sus hechos a la siguiente.
Quisiera animar a los pastores actuales, con todo respeto y humildad, a que con la ayuda del Señor se propongan mentorear a los ministros jóvenes que tienen alrededor, de tal manera que una nueva generación de pastores se levante y continúe con la extensión del reino de Dios.
Seguramente no vestirán traje y zapatos, más bien jean y zapatillas. Probablemente sus métodos sean muy diferentes a los que estamos acostumbrados, pero son necesarios para alcanzar a la nueva generación.
Por Billy Saint
Autor de Manuales Bíblicos de Discipulado y Mentoreo